Es el paciente quién debe ser tratado y no la enfermedad.
No se cura realmente atacando la enfermedad, sino colmando el cuerpo con las hermosas vibraciones de nuestra naturaleza superior, en presencia de la cual la enfermedad se funde como la nieve bajo el sol.
Todo lo que tenemos que hacer es salvaguardar nuestra personalidad, vivir nuestra propia vida, ser el capitán de nuestro propio barco, y así todo saldrá bien.
Para que nosotros mismos seamos libres, debemos dar libertad a los demás.
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