Ya hace más de 70 años del fallecimiento de Edward Bach, su aportación filosófica y metodológica a los Métodos Naturales de Salud constituye un elemento fundamental para el equilibrio psicoemocional ; descubridor de la denominada "terapia floral " aporta al corpus naturopatiae un conjunto de sistematizaciones que hacen posible el desarrollo científico de una práctica higiodinámica de gran alcance y eficacia.
EDWARD BACH. Iniciador de la Terapia Floral
Edward Bach nació en Moseley el 24 de setiembre de 1886, fue el mayor de sus hermanos, dos niños y una niña. Tuvo una salud delicada de bebé que fue mejorando a medida que iba madurando, aunque conservó una sensibilidad muy agudizada que le sería de gran ayuda en un futuro. Ya de niño poseía la comprensión de las aflicciones de los demás y esa certidumbre le determinó la tarea que había de desempeñar en el futuro: Encontrar un método sencillo y universal para aquietar las mentes y sanar los cuerpos de todo tipo de enfermedad.
De los dieciséis a los diecinueve años, Edward trabajó en la fundición de su padre, lo que le permitió adquirir conocimientos y comprensión de la naturaleza humana, al convivir diariamente con sus compañeros de trabajo; vivenció en que manera el temor a la enfermedad con las consecuencias económicas que acarreaba, estaba siempre presente en la mente de sus compañeros. Decidió, pues, empezar la tarea que ya desde niño había tenido clara. Se dio cuenta de que si quería descubrir un remedio diferente, necesitaba una auto-idea; sintió que le era necesario redescubrir verdades acerca de la enfermedad y de la curación de la humanidad por experiencia directa…
Su decisión de ser médico, para ocuparse del sufrimiento de los seres humanos, fue precoz. Estudió en la cercana universidad de Birmingham, se graduó en 1912 e inició su práctica clínica en Londres. Los primeros años de trabajo estuvieron caracterizados por un gran entusiasmo y por el deseo, que nunca abandonó, de hacer aún más, de ir más allá, experimentando nuevos caminos. El niño curioso y reflexivo se había vuelto un adulto que seguía observando el mundo y haciéndose mil preguntas, sin desalentarse, aún cuando no encontraba las respuestas.
El joven médico pensaba que el hombre no es una máquina, con engranajes que van lubrificados y sustituidos, el hombre es un ser complejo en el que la mente y el cuerpo no pueden tomarse por separado, en el que cada singular aparato se relaciona con todo el resto. Cada hombre tiene su historia, emociones, sensaciones, sueños y necesidades que no se pueden ignorar. Y sin embargo la atención de sus colegas y del mundo académico estaba siempre dirigida solo a la enfermedad.
Para Bach no quedaban dudas: lo que debía ser curado era el ser humano en su complejidad. No era suficiente conformarse con taponar los síntomas.
Después de un año en el departamento de cirugía del Hospital de la University College de Londres, el joven Bach decide pasar a la inmunología. Sus estudios lo llevaron a descubrir en el estómago de algunos enfermos crónicos, un tipo particular de bacterias que estaban casi ausentes en el organismo de las personas sanas. Al final de esta investigación consiguió producir una vacuna que obtuvo óptimos resultados.
Absolutamente absorbido por sus estudios, Bach se preocupaba poco por su propia salud. Esto podría parecer un contrasentido, mas no es raro, estudiando la vida de los grandes personajes, observar en ellos aquellos errores que luego habrían descubierto y corregido. Tal vez es justo esta capacidad para equivocarse y aprender de los propios yerros lo que los vuelve realmente "grandes".
En julio de 1917, después de años de trabajo duro a causa de la primera guerra mundial, Bach fue operado de urgencia. El diagnóstico es terrible: le dan sólo tres meses de vida a causa de un tumor en el bazo, ya extendido. De frente a la perspectiva de una muerte inminente, Bach reaccionó como cualquier otro ser humano: cayó en una profunda depresión, de la cual salió alimentándose de energías inesperadas. Si tenía que morir, no había tiempo que perder, tenía muchas cosas para hacer, tenía que estudiar y experimentar.
Se concentró en el trabajo pasaron tres meses, cuatro, cinco... sus colegas lo miraban estupefactos. No solo todavía estaba vivo, sino que los análisis no dejaban lugar a dudas: su enfermedad estaba regrediendo. Bach descubrió así, a costa de sí mismo, que la energía producida por una gran pasión era capaz de vencer cualquier negatividad. Fue así que aquella que se había presentado como una tragedia, se volvió el punto de partida para sus nuevas y fundamentales investigaciones, que lo habrían llevado, anos después, a la identificación de sus "remedios": las hoy famosas Flores de Bach, que cada una, con su propia identidad, apunta a restituir emergía al cuerpo y a la mente.
Sus intuiciones sin embargo no conseguían encontrar el camino para llegar a una investigación sistematizada, esto es, práctica clínica concreta. Fundamental fue la lectura de Organon, de Samuel Hannemann, uno de los padres fundadores de la Homeopatía, quien como Bach, pensaba que el paciente visto como persona fuese mucho más importante que la enfermedad. Además no usaba vacunas, curaba con hierbas, plantas, metales y hasta venenos, usados en dosis infinitesimales.
Gracias a la Homeopatía, Bach consiguió sistematizar sus propios descubrimientos, llegando, junto a su colega Paterson, a la preparación de nuevas vacunas, llamadas "nosodes", que aùn hoy se aplican homeopáticamente, sobre todo en la cura de algunas enfermedades crónicas.
Prosiguiendo con estos estudios, dividió las bacterias responsables de estas enfermedades en siete grupos, y fiel a su idea de poner al hombre, esto es el paciente, en el centro de la investigación, empezó a estudiar las características comunes de las personas che necesitaban la misma vacuna. Resultaron siete perfiles psicológicos diferentes. Bach empezó entonces a hacerse una pregunta revolucionaria para aquella época: ¿y si fuese la índole, el estado de ánimo, el que provocaba la enfermedad? Esta pregunta sentaría las bases para sus estudios sucesivos, aquellos que lo habrían llevado a la identificación de sus extraordinarios "remedios". Decidió abandonar entonces su estudio médico de Londres para dedicarse completamente a la investigación de un nuevo método de cura, totalmente basado en el estudio del alma humana.
En 1912 volvió a Gales, a su amada campiña. Sus vacunas, los "nosodes", se iban perfeccionando y funcionaban, pero no con todos sus pacientes, y a veces las enfermedades, después de un período de regresión, se volvían a presentar. Además, los nosodes, eran todavía producidos por bacterias. Durante sus largos paseos inmergido en la naturaleza, Bach llegó a recoger e identificar los dos primeros remedios: Mimulus e Impatiens. Con estas flores preparó nuevos nosodes. Para elegir los pacientes aptos para recibir este método de cura se dejó guiar por su intuición, buscando la semejanza entre la planta y el perfil psicológico del paciente.
Mimulus, una flor que aparece frágil, fue subministrada a pacientes que mostraban timidez, pequeños miedos. Impatiens, la flor "impulsiva", que proyecta lejos de sí sus propias semillas, fue subministrada a pacientes más nerviosos y apurados. Los resultados fueron inmediatamente satisfactorios. El camino estaba trazado.
El periodo sucesivo, y hasta 1932, lo vio pasar horas y horas en estado de contemplación de las plantas de su infancia, con la intención de "entender" a las flores, estudiando sus aspectos y características. Llegó así a la identificación de las primeras doce flores. El método funcionaba, pero aùn una vez más, no con todos los pacientes. Edward Bach decidió entonces profundizar los conocimientos del alma humana, buscando las miles sutilezas posibles que hacen de cada hombre un ser diferente a todos los demás. Las emociones negativas fundamentales habían sido identificadas, el miedo, el terror, el pánico, la actitud mental que lleva a torturarse, a rumiar los pensamientos, la indecisión, la indiferencia y el aburrimiento que llevan a no amar más a la vida, la invadencia, la debilidad y la poca estima por sí mismo y por las propias capacidades, la impaciencia, la soledad, el entusiasmo devastante... cada uno de estos sentimientos debía ser ulteriormente analizado. El miedo, por ejemplo, podía concentrarse sobre algo preciso como la muerte o la enfermedad, pero también hacerlo en forma vaga, indeterminada. Había mucho camino por recorrer...
Bach recomenzó su investigación y la concluyó en 1935, con la identificación de 38 remedios que aùn hoy forman la estructura de su método de cura. Al mismo tiempo se ocupó de divulgar lo que había descubierto. Trató de enseñarlo a sus colegas, y esto le procuró no pocos problemas con los representantes más conservadores de la clase médica. Tal vez fue por ello que pidió ser cancelado de la Orden de los Médicos, declarando que quería ser considerado solo un herboristero.
Antes de marchar enfatizó la importancia de mantener el sistema lo más sencillo posible, luchando contra cualquier intento de alterar su pureza y también nos dejó un escrito.
Queridos amigos:
Sería maravilloso construir una pequeña Hermandad, sin rangos ni categorías, donde nadie fuera más ni menos que los otros, para dedicar nuestras vidas a cumplimentar los siguientes principios:
1. Se nos ha deparado un sistema curativo sin precedentes en la memoria de la humanidad; con la simplicidad de estos remedios florales podremos tener la absoluta certeza de contar con sus maravillosas virtudes para vencer la enfermedad.
2. No criticar, ni condenar jamás los pensamientos, las opiniones o las ideas de los demás, recordando siempre que todos los seres humanos somos criaturas de Dios, y cada uno de nosotros recorre su camino hacia la Gloria del Divino Padre.
3. Llevamos en nuestra mano diestra, como los Caballeros del pasado, las armas para vencer al dragón del Miedo, sabiendo que nunca deberemos pronunciar una palabra de desaliento, sino que, por el contrario, debemos llevar esperanza y sobre todo seguridad, a aquellos que sufren.
4. Jamás debemos dejarnos llevar por los éxitos o las adulaciones que podamos encontrar en nuestra misión, recordando siempre que no somos otra cosa que los mensajeros del Gran Poder.
5. Cuanto más profundicemos en la confianza de quienes nos rodea, mejor podremos influenciarles nuestra convicción de que todos nosotros somos solamente agentes de la Divinidad, enviados para socorrerlos en sus necesidades.
6. A medida que los enfermos mejoren, debemos explicarles que las hierbas de los campos, que son las que los están curando, son dones de la Naturaleza: que son dones de Dios.
De esta forma, lograremos que crean nuevamente en el Amor, la Misericordia, la Compasión y la Fuerza Omnipotente del Más Alto.
Edward Bach.
Unas semanas antes de abandonar este mundo afirmó a sus colaboradores:
Mi tarea esta cumplida… Mi misión en este mundo ya ha finalizado…
Murió durante el sueño, en su casa de Mount Vernon, en el Sussex, hoy sede del Bach Centre. Era el 27 de noviembre de 1936, habìan transcurrido 19 años desde aquel diagnostico de la medicina, que le habìa dado 3 meses de vida. Edward Bach nos deja un método que luego de màs de sesenta anos sigue difundiéndose y desarrollándose, y 3 simples libros: "Cùrate a ti mismo", "Los doce curadores", y "Lìbrate a tì mismo", que son todavìa capaces de ilustrarnos sobre el proceder humano.